sábado, 13 de septiembre de 2008

España y Argentina: dos países separados por una misma lengua

Bernard Shaw decía que Inglaterra y Estados Unidos eran dos países separados por una misma lengua. La frase, además de celebre y ocurrente, tiene bastante de verdad.

En el caso de España y Argentina, pasa algo parecido. Es cierto que tenemos muchas cosas en común, pero son casi tantas como las que nos separan. Empezando por los 10.000 kilómetros de agua que hay por medio y terminando por la despareja proporción de bares y psicólogos. En España hay un bar de tapas por cada 103 habitantes y un loquero por cada 10.000, justo lo contrario que aquí. Mientras las decisiones importantes en la vida se sigan tomando en el diván o en la barra del bar, nuestros caminos se separaran cada día más. Los celtiberos nunca aceptaran divanes en los bares y a ustedes jamás les servirán una copa de tinto entre pregunta y terapia.
En Argentina con frecuencia se mira a la vieja Europa con algo de nostalgia por lo que pudo haber sido y no fue. Y no falta razón, porque en Europa las necesidades básicas de la población están casi todas bien cubiertas: no hay hambre, se ha erradicado el analfabetismo, puedes dejar el coche aparcado en cualquier lado y la sanidad pública funciona relativamente bien. Además, los gobiernos son capaces de ofrecer las dos cosas que más inquietan a los ciudadanos del mundo entero: orden público y previsibilidad. Puede parecer una lista no demasiado extensa, pero en el fondo es lo que todos los gobernados pedimos a nuestros gobernantes.

El orden público garantiza la tranquilidad: con unas cuentas públicas en orden hay dinero para todo. Si el chico es listo y sus padres no tienen muchos recursos, podrá estudiar becado en una universidad. Aunque no hayas trabajado en la vida, si necesitas una medicación crónica o una operación de corazón, no tendrás que preocuparte por su precio, pues no te costara nada. Incluso últimamente, si no tienes claro cual es tu vereda y te quieres cambiar de sexo, la Seguridad Social se hace cargo de la poda o el injerto. Todo gratis.

El orden público te garantiza también la seguridad jurídica. Nadie que tenga dinero en el banco se levantará un día habiendo perdido los ahorros de toda su vida. Nadie que sea inocente podrá ser condenado mientras no se demuestre lo contrario. Nadie que incumpla un contrato quedara sin el castigo que se merece.

La previsibilidad es la otra cara de la misma moneda: garantiza que en cinco años las cosas seguirán como hoy y si bien los precios habrán subido un poco, ninguna persona, empresa o gobierno dejará de hacer planes a medio y largo plazo por no saber que ocurrirá entonces. La incertidumbre se reduce al mínimo y es posible hacer planes más allá de las siguientes elecciones.
Viendo la situación a uno y otro lado del charco, es posible darse cuenta de que efectivamente, las diferencias entre los distintos mundos son reales. Aquello que nos une es mucho, pero lo que nos separa, da la impresión de que es más.Una de las cosas que más me llamaron la atención cuando llegue a Argentina es que la gente me decía eso de que "ustedes, que viven en el Primer Mundo". De verdad lo digo, nunca tuve conciencia de vivir en el Primer Mundo. Tal vez porque no conocía otro y para mi todo lo que no era Primer Mundo era Tercer Mundo. Nunca supe bien donde colocar el Segundo, pues siempre me costo imaginar un país donde la sanidad, la justicia o la educación se impartieran a medias.

Dejando de lado los casos extremos, (África subsahariana, algunos países de Asia y algunos países de Centroamérica o la zona andina) los países del Segundo Mundo tienen servicios "tercermundistas", en parte, porque quieren tenerlos. Suena fuerte, pero es así. No se donde pone las Naciones Unidas en listón de ingresos per capita para dejar el Segundo Mundo y entrar entrar en el Primero, pero el caso de Argentina me parece clarísimo. Con 13.000 dólares de renta per capita Argentina podría mas que de sobra permitirse tener una educación, una policía, una justicia y una sanidad que, sin ser Cambridge, la Clínica Mayo, ni Scotland Yard, por lo menos funcionen. Y no es así.

Las causas de eso están a la vista de todos. Si la cultura dominante es "evasiva" (boludo el que paga), no hay dinero para que funcione nada. Así de simple. No se puede pagar impuestos "tercermundistas" y pretender unos servicios del Primer Mundo. Sin gallina no hay huevos, independientemente de que nos pasemos mil años discutiendo quién fue primero.

A lo largo de este blog tratare de explicar porque no es tan difícil hacer que las cosas funcionen y sobre todo, convencer a los incrédulos de que estamos mucho más cerca del Cielo que del Infierno. Es solo cuestión de dar unos pasitos... en la dirección correcta.

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