sábado, 13 de septiembre de 2008

La Presidenta echa las cartas...

Keynes, uno de los padres de la Economía, decía que si todos los economistas fueran tan listos como se creen, serian millonarios. Por exclusión, los que no somos millonarios y decimos que somos economistas, solo podremos justificarlo de dos formas: o ganando millones con cada cosa que hacemos o viendo cosas que otros no ven o conseguir que alguien exclame, "¡Caray, pues no había caído yo!"

Sin embargo, existen dos atajos para ser un buen economista a los ojos del gran público:
1. Decir cosas que nadie entienda.
2. Hacer predicciones.

Si se opta por el primer camino hay que dominar tanto la retórica como los rudimentos de la ciencia económica. Además, puesto que las frases son largas y con muchas subordinadas, para resultar creíble es fundamental no olvidarse nunca de que sujeto, verbo y complemento tienen que coincidir en género y número. Ejemplo.

"Habida cuenta de la sobredemanda agregada de comodities a nivel global es previsible que el BCRA se vea impulsado a modificar la tasa de interés preferencial para contener el flujo de dólares al objeto de no tensionar demasiado un tipo de cambio que, si bien es incierto, vía inflación o superávit comercial, puede acabar desajustando los Presupuestos y alterando sustancialmente cualquiera de los dos superávit gemelos".

En cristiano de la calle: Los chinos seguirán comiendo soja a cuatro patas y no tengo ni la más marrana idea de a cuanto estará el dólar cuando se pongan en dos pies.

Básicamente las dos frases vienen a decir lo mismo. La diferencia es el envoltorio. Sin querer parecer un pedante y sin pasar por un churrero, es preferible tirar por la calle de en medio y explicar las cosas con sencillez, huyendo de la afectación y la rimbombancia. A lo largo de este blog trataré de explicar las cosas de la forma más sencilla posible. El académico sabrá de lo que hablo y el señor al que le compro el periódico todos los días también.

El otro atajo para parecer un buen analista es lanzarse a hacer previsiones. A algunos les va de cine. Cuanto mas fantasma sea el colega en cuestión, mas osada será la previsión. Jugar a tirar las cartas de la inflación y del PBI es poco arriesgado y hace que suba tu cotización a corto plazo. Si digo que en el 2010 el PBI crecerá un 4,2% pueden suceder dos cosas. Una, que no se cumpla. Si es así, es muy probable que nadie se acuerde de quien, cuando y donde dijo eso. La otra que sí se cumpla, con lo que yo mismo, pasados dos años, apuntalare mi propio acierto: "¿Ve? Ya lo dije yo en el 2008". La ventaja es que, si la predicción no es muy disparatada, por suerte, por proximidad o por inercia, es muy probable que mas que una preedición sea un amago, con lo que si se disfrazarlo bien, en el fondo estoy apostando a rojas y negras en la misma ruleta. Salvo que suenen las trompetas del Fin del Mundo o resucite Ménem en el ínterin, lo normal es que acierte.

El truco para hacer previsiones como Dios manda está en concretar demasiado sobre lo que se predice, dejar una ambigua puerta abierta a la incertidumbre y no hacerlas nunca a menos de tres años. Si no se sigue alguna de las tres reglas puede acontecer el desastre.

"Hacia 1997 la deuda externa comenzará a reducirse, y hacia fin de siglo será insignificante." (1993) Domingo Cavallo

Usted pensará que Cavallo se equivocó. Error. Y si estaba pensando en finales del XXI? ¿Ve como no es tan sencillo...?

Y ahora, un triple salto mortal.... sin carpa.

CFK a Lula da Silva el día...., cuando le presentó a Martín Lousteau, su primer Ministro de Economía.

"Este chico tiene un gran futuro"

Equivocarse en tres años es entendible, pero en tres meses es como para coserse los labios. Y mas cuando estaba en su mano equivocarse o no. Aunque la Presidenta salio airosa al no concretar si se refería a la cartera de Economía o a su futuro en "Pettinato por un sueño", un hibrido surrealista que siempre nos sobrevolara como una duda.

Por todo lo anterior me propongo seguir a rajatabla el primer mandamiento del Buen Economista: "No predecirás". No se si a Peines le parecería si hago bien o no, pero me parece lo más honesto.

Y así, poco a poco, hablando en plata y no prediciendo, iremos viendo todos aquellos temas que preocupan a la gente de la calle: desde el valor del dólar hasta el problema de la soja. Con palabras sencillas, sin predicciones, todo a su tiempo, pasito a pasito.

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